junio 19, 2007

Aclaraciones

En el post anterior, Monologuito acerca del odio, puede llegarse a tener la impresión de que siento eso por Medea, nuestra gata rubia, y quería especificar que no es así.

Terminó, digamos por accidente, como última e importante protagonista (un ejercicio de escritura automática que intenté hace años), y la única cosa que se me ocurre es que ese día (el del ejercicio) Medea hizo algo que me hizo enojar.

¿Qué podría haber hecho como para dedicarle un final de texto así? Creo que son pocos los motivos para merecer tanto odio y los que se me ocurren nunca han sucedido. Así que si alguna vez alguien me pregunta por qué la tomé como musa no me quedará más que responderle que no lo sé, que ya no recuerdo.

Nobleza obliga.

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