septiembre 08, 2008

De cine y supercherías

Para S y A,
dondequiera que se encuentren


Somos jóvenes.

Como todos los jóvenes, frecuentemente nos movemos en grupo.

Muchas veces, mixto.

Esta noche nuestro grupo mixto se dirige al cine. Por una extraña reminiscencia infantil, el grupo se divide mientras camina en hombres y mujeres.

En esta ocasión los hombres vamos por delante, apresurando el paso para no llegar tarde.

Las mujeres, algunos pasos detrás, caminan, fuman y platican.

La mayoría de nosotros los hombres quisiéramos volver a ver "Enter the dragon" con Bruce Lee, que una de las salas repropone por enésima ocasión. Las mujeres, en cambio, quieren volver a ver "Somewhere in time" con Christopher Reeve, sin importar que la hayamos visto la semana anterior.

Entre otras cosas, se puede deducir de nuestro grupo que somos nostálgicos, no obstante ninguno supere los 20 años.

Aquellas del grupo femenino que tienen alguna relación que va más allá de la amistad con alguno del grupo de adelante, tienen más para decir que aquellas que no muestran interés por ninguno de dicho grupo, o de quienes están a la espera de que algo suceda, o de quienes ya tuvieron su experiencia y se han arrepentido. Estas últimas permanecen, sin embargo, en el grupo: la amistad prevalece por encima de los finales tristes o escabrosos.

Entre los de adelante está A, que platica conmigo.

Con las de atrás va S.

S es novia de A.

S fuma y platica con las otras mientras camina. Platica de todo, pero siempre encuentra la ocasión para hablar acerca de A y de su relación con él.

En un momento dado, S acelera el paso "dejando atrás al grupo de atrás", alcanza "al grupo de adelante", llega "a las espaldas de A" y con la palma abierta de la mano le propina un sonoro golpe "detrás de la cabeza".

(Dicho así suena complicado, pero así somos "nosotros los narradores").

A, vistosamente dolido, se gira para ver quién lo golpeó, encontrándose frente a frente con el rostro furioso de su amada.

- Pero... ¿por qué me pegas? -pregunta A, sobándose tres dedos arriba de la nuca.

- ¿Cómo que "por qué"? ¡Tú has de saber!

- Saber... ¿qué?. ¿Qué carajos te sucede?

- ¿Quieres saber qué me sucede? Esto es lo que sucede: ¡tú me engañas!

Acusación gravísima. El grupo, que ha alentado la andadura a partir de la agresión, retrocede y se reune en torno a la pareja para no perder detalle, para conocer cualquier posible desarrollo y desenlace.

- Pero... ¿qué dices?

- ¡Tú me engañas con otra!

A, cuyo rostro denota una mezcla de total inocencia con sufrimiento injusto y odio reprimido, intenta una primera defensa, más por reflejo que con inteligencia:

- ¡No es cierto!

- ¡Claro que es cierto! - sentencia S.

A exige entonces pruebas de la acusación:

- ¿Cómo sabes? ¿Cómo "se supone" que sabes?

S, con la actitud de quien tiene la sartén por el mango, agita delante del rostro de A lo que, sabríamos medio segundo después, constituye el elemento acusatorio y la evidencia al mismo tiempo:

- ¡Porque se me apagó el cigarro!

El grupo entero se sumerge en el más profundo estupor. A todos, salvo a algún amante de lo desconocido, nos viene a la mente lo que a continuación pregunta A:

- Pero, ¿qué carajos dices?, ¿"porque se te apagó el cigarro"?

S, docta, explica:

- Cuando a alguien se le apaga el cigarro sin razón, significa que su pareja lo engaña.

Algunos en el grupo, sobre todo las mujeres que fumaban en el momento de la tragedia y que tenían "intenciones" (o ya poseían "seguridades") con alguno de los hombres presentes, miran de inmediato sus cigarros: todas voltean aliviadas a mirar a sus "cada cuál" porque los cigarros permanecen encendidos.

Los hombres, mitad incrédulos y mitad impresionados por tan potente método de acusación, miran a los ojos a A esperando una respuesta que lo salve y que, algún día, podría también salvarlos. Ésta llega oportuna, sabia y lapidaria, eruptada, escupida por un A furioso e iluminado:

- ¡Se te apagó por pendeja!

--- EPÍLOGO ---

Cuando por fin llegamos a las multisalas los boletos para "Somewhere in time" ya han sido vendidos y "Enter the dragon" ha comenzado 10 minutos antes.

La fortuna (la buena, la creíble) nos hace decidir entrar a ver la única película que no ha vendido ni la mitad de todos los boletos: "Rumble fish", con los hasta entonces para mí desconocidos Mickey Rourke, Matt Dillon y Nicolas Cage.

julio 27, 2008

En una casa

En una casa del pueblo dejé mi destino escrito y en sus calles, cuando me fui, sólo una sombra que se despidió esa misma noche.